11 de febrero de 2011

Después de noviar por años
finalmente nos casamos.
Nos compramos una cama,
una mesa y un armario.

Los domingos los ravioles
en la casa de mamá.
Y el partido por la tarde,
en la radio nacional.

Mirá si habré sido otario
que ésta un día se rajó.
Ahora juego al solitario,
ni el canario me dejó.

Te fuiste a comprar los puchos,
y jamás te volví a ver.
Ahora andás con ese gaucho que 
no lo puedo ni ver.

Te lleva por la tranquera,
con un galope que no se lo vé.
Dicen que tiene un ranchito
con microondas y dvd.

Siempre anda con su cuchillo,
que si te agarra te corta en tres.
Es largo como un camino, 
y ancho como un yacaré.

Cuando entré a la pulpería
no lo podía creer.
Abrazada a ese gaucho 
en la barra la encontré.

No pasaron dos minutos
que al morocho lo increpé:
¡Devolveme a la María 
o te voy a descocer!.

Y ahí nomás nos enfrentamos
el puñal contra el facón.
Le tiré el sombrero al piso
y no sabés la que se armó.

Me tiró una puñalada,
que por suerte la esquivé
nos caimos junto al suelo
y cuando estaba por matarlo
lo miré fijo a los ojos
color miel que se derriten
como el campo en primavera 
con los pájaros cantando
lo miré y me enamoré.

Y ahora entiendo porque un día
te rajaste sin dolor.
Ahora en algo coincidimos
¡este gaucho es un bombon!
Y aunque extraño a mi canario
si querés quedateló.
Y no te olvides del alpiste,
que ¡ya fuiste y se acabó!.

Y así fue la triste historia
de Don Zoilo y su muñeca brava.
Ahora es un travesti, 
que anda de pueblo en pueblo
mostrando a quien quiera y pague
su bombachita e' cuero e' vaca


Soylazoila,
Árbol.

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